Ermita de Cirujeda

A pesar de su aspecto actual, la ermita de Ntra. Sra. de Cirujeda es, de todas las del término de Alustante la de mayor antigüedad, al tiempo que fue la que más importancia tuvo en el pasado, en cuanto a rentas e interés religioso.

La talla de la Virgen

La imagen de la Virgen de Cirujeda es románica de transición al gótico, aunque sus rasgos son muy arcaizantes; podría datarse en el siglo XIII. Representa a la Virgen María sentada en un trono con el Niño Jesús bendiciendo, a su vez sentado en su rodilla izquierda. Parece ser que proviene de un retablo antiguo, de modo que la talla está concebida sólo para mostrar su frente, mientras que su parte trasera, apenas tratada, se encuentra ahuecada.

Según el informe de restauración de la imagen (1999) parece que, por ciertos rasgos, como la nariz picuda de la Virgen, los pechos acentuados y la posición de la mano derecha, que al parecer sostenía un cetro, posee influencias occitanas. Esto no sería nada extraño, teniendo en cuenta la relación política y religiosa que existió en los siglos XII y XIII entre aquella región del Mediodía francés y el Señorío de Molina: la condesa Ermesenda, primera señora de Molina, mujer de Manrique o Aymerich de Lara, era hija del vizconde de Narbona, Eimeric II; hermana de Ermegarda, sucesora de este, y madre de Pedro Manrique de Lara, quien heredó de su tía el vizcondado narbonés. Por otra parte, la tradición cronística ha mantenido que la reorganización eclesiástica del Señorío se llevo a cabo por clérigos de aquel país, por lo que no sería de extrañar que se siguieran las directrices artísticas narbonesas en la escultura religiosa del momento.

Como ocurrió tantas veces, esta imagen fue convertida en siglos posteriores, acaso entre los siglos XVI al XVIII en imagen vestidera. Se le colocó una base para que pareciera estar de pie, y se le pusieron enaguas, vestidos y caperuza, que se reponían cada cierto tiempo, para lo cual, a fin de que ajustaran los vestidos, se aserró el manto original de madera que caía a ambos lados del rostro. Todavía se recuerda a la Virgen con estas vestimentas, las cuales fueron retiradas tras la restauración de finales del siglo XX.

La ermita

Pese a haber sido modificada en 1998 (rehabilitación de cubierta), mantiene su planta de una larga y única nave, con una sencilla portada de arco de medio punto. Su fuente de iluminación principal provenía de un reducido ventanuco situado en la cabecera que en la actualidad se ha ensanchado. En todo caso, conserva las características de la tipología de ermitas que se construyeron durante la Edad Media en estos territorios del Sistema Ibérico.

Aparte de la talla románica, documento esencial que remonta la historia de la ermita al periodo repoblador del condado de Molina, existe una noticia datada en 1405, acerca de un Llorente Martín, «frayle de Santa María de Çerujeda», que actúa como testigo en un largo proceso judicial que, a principios del siglo XV enfrentó a las comunidades de Molina y Albarracín por la posesión de un área de monte y pasto hasta entonces común a ambas partes. Esta noticia, con toda prudencia, invita a pensar que Cirujeda pudo ser un pequeño cenobio, sirviendo la actual ermita de iglesia. En todo caso, también resulta de interés comprobar que ya entonces a este habitante de Cirujeda se le considera vecino de Alustante.

Se sabe que a principios del siglo xvi el ornato de la ermita era mínimo, por lo que se ordenó el traslado de un retablo antiguo desde la iglesia de Alustante a la ermita. Este retablo debió de desaparecer durante la Guerra de la Independencia, en la que está documentado su incendio. Como fuera, la imagen de la Virgen se salvó de sucesivas contiendas, de hecho, durante la Guerra Civil de 1936 estuvo oculta en una casa del pueblo. Se sabe también que, por alguna razón, en la década de 1950 la ermita estaba sin techo y que fue entonces cuando se volvió a colocar su tejado, recuperándose así el culto.

Propiedades y rentas

La ermita poseyó durante siglos numerosas propiedades. Por un inventario datado en 1502 (aunque, al parecer copiado o cotejado con otro anterior que se remontaba a 1464) se averigua que la ermita disponía de una casa con su corral, un colmenar con cinco colmenas, un pajar con su era, dos huertos de sendos celemines de cabida, un herreñal de otro celemín de cabida.

Sin embargo, la mayor y mejor posesión que tenía era el molino de cubo, del cual se dice que «la meytad dél es de la yglesia de Allustante e parte por medio la renta, e agora está todo junto, la renta de la yglesia e de la hermyta». Esta división original hace pensar que pudo existir previamente un propietario diferente a la parroquia de Alustante, y que bien pudo ser algún tipo de comunidad cenobial.

Por otra parte, se encuentran en dicho inventario del siglo xvi treinta y una piezas de labor de secano que, si bien se concentraban en su mayor parte en los alrededores de la ermita, también se hallaban en otros puntos del término de Alustante, como los Hontanares (los Fontanares), los Esquiñones (los Quiñones) o la Peña del Valle (hoy el Nacimiento del agua de la fuente). En suma, las propiedades de la ermita ascendían a 68 fanegas, 1 media y 3 celemines, medidas difíciles de convertir a unidades actuales, ya que se trataba de medidas de sembradura o de puño, cambiantes según la calidad del suelo y que en el siglo XVIII, se estandarizaron en todo el Señorío de Molina, siendo una media 2.400 varas cuadradas o 0,167697 ha.

¿Santa María de Cirujeda o San Marcos?

Su otra denominación, San Marcos, parece moderna, aunque ya en el siglo XVIII se documenta tal nombre. Todavía en el Diccionario de Madoz (1845) se habla de la ermita de Ntra. Sra. de Cirujeda, por lo que convivirían entonces ambas denominaciones, pero en la planimetría de 1901 del Instituto Geográfico Nacional se titula San Marcos, lo cual se heredará en futuras ediciones cartográficas, hasta las más actuales.

El hecho de esta mudanza de nombre no se debe a ningún motivo de cambio de advocación, pues, según los inventarios, nunca se halló en ella imagen alguna del Evangelista. Esta denominación fue debida a la romería que desde la Edad Media hasta las décadas de 1960-1970 se estuvo celebrando allí el día de la Letanía Mayor, fiesta de toda la Cristiandad católica, eminentemente mariana, celebrada el día 25 de abril, coincidente, pero solo eso, con el día de San Marcos. Así, la denominación popular que se le da vendría significar «la ermita a la que se va el día de San Marcos». Por mencionar otro caso cercano e idéntico, en este día también se iba a la ermita de la Virgen de Ribagorda de Peralejos.

Cirujeda es, tal vez, uno de los parajes del pueblo mejor documentados, pero también con más incógnitas históricas por resolver. Parece ser que el topónimo ‘cirujeda’ indica un lugar poblado en lo antiguo por ciruelos, al igual que ‘olmeda’ sería lo relativo a olmos o ‘pobeda’ a chopos, y en él se encuentra un yacimiento de origen celtíbero con importantes restos de fundición. Hay que tener en cuenta que en las proximidades de la ermita se documenta en 1502 el topónimo de el Castellar, por lo que pudo existir una torre, todavía perceptible en aquel tiempo.

Se cuenta que, en la reconquista, los moros escondieron allí un tesoro envuelto en una piel de toro, y como nadie sabe dónde exactamente (aunque hay leyendas que aseguran que el tesoro sí se encontró), la tradición ha transmitido unos versos dedicados a este despoblado:

Cirujeda, Cirujeda,
cuán rica y qué pobre te quedas.