Ermita de Cirujeda

La imagen de la Virgen de Cirujeda es románica de transición al gótico, aunque sus rasgos son muy arcaizantes. Representa a María sentada en un trono con el Niño Jesús bendiciendo sentado en su rodilla izquierda. Parece ser que proviene de un retablo antiguo del que se habla en la documentación parroquial de principios del XVI, de modo que la talla está concebida sólo para mostrar su frente, mientras que su parte trasera, apenas tratada, se encuentra ahuecada. Según el informe de restauración de la imagen (1999) parece que por ciertos rasgos, como la nariz picuda de la Virgen, posee influencias occitanas, lo cual no sería nada extraño teniendo en cuenta la relación política y religiosa que existía en aquella época entre aquella región y el Señorío de Molina.

La ermita, pese a haber sido modificada en los últimos años, mantiene su planta de una larga y única nave, con una sencilla portada de arco de medio punto. Su única fuente de iluminación provenía de un reducido ventanuco situado en la cabecera que en la actualidad se ha ensanchado. En todo caso conserva las características de la tipología de ermitas que se construyeron durante la Edad Media en estos territorios del Sistema Ibérico.

En 1407 aparece documentado un fraile de Santa María de Cirujeda, aunque es difícil determinar si se trataba de una especie de santero o por el contrario de un miembro de una comunidad religiosa allí instalada. En todo caso, se sabe que la ermita, aunque posteriormente pasa a ser aneja de la parroquia de Alustante, tuvo una cierta independencia de ésta; poseía vacada propia, un conjunto importante de tierras de labor, huertos, y un antiquísimo molino de cubo al que acudían a moler los vecinos de los pueblos comarcanos. Este molino, al pasar a depender de la fábrica de la iglesia de Alustante (a principios del XVI esta adscripción ya es un hecho, aunque se recuerda todavía que estaban separadas las rentas en lo antiguo) se constituyó en una de las más importantes fuentes de ingresos para ella.

Su otra denominación, San Marcos, parece moderna, aunque ya en el siglo XVIII se denomina así. El hecho de esta mudanza de nombre no se debe a ningún motivo de cambio de advocación, sino a la romería que desde la Edad Media se estuvo celebrando allí el día de la Letanía Mayor, esto es, el día 25 de abril, día de San Marcos. Cirujeda es, tal vez, uno de los parajes del pueblo con más incóginitas históricas. Parece ser que el topónimo indica un lugar poblado en lo antiguo por ciruelos, y en él se encuentra un yacimiento de origen celtíbero con importantes restos de fundición. Se cuenta que en la reconquista los moros escondieron allí un tesoro en una piel de toro, y como nadie sabe donde exactamente (aunque hay leyendas que aseguran que el tesoro sí se encontró) la tradición ha transmitido unos versos dedicados a este despoblado:

Cirujeda, Cirujeda
cuán rica y qué pobre te quedas.