Fue la última ermita construida en Alustante y data de 1745. Sobre sus orígenes se sabe muy poco, aunque todo hace pensar en que fue una iniciativa popular, quizá no lejana al ámbito de la cofradía del Cristo de las Lluvias, pues a ella pertenecía dicha ermita. En todo caso, en 1770 aparece documentado que su financiación fue a costa de los fieles del pueblo por medio de limosnas.
Se ubica a la vera de un cruce de caminos que conducían a Alcoroches y a Orea, y al principio del Calvario. En 1502 se documenta un «Calvario del Monte» que tal vez fuera éste ya que, según una tradición, este paraje formaba parte de un pinar. Al menos desde fines del siglo XVII se documenta que el Calvario había tenido sus funciones de espacio de penitencia y oración y quizá pareció conveniente construir en él una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad, advocación mariana que, por otra parte, se está extendiendo por todo el Señorío en esta época.
La ermita posee planta cuadrada y reproduce, aunque con proporciones mucho mayores, los volúmenes de la tipología de la ermita del Pilar. Se cubre por medio de bóveda semiesférica y tejado a cuatro aguas. Posee un buen retablo barroco recientemente restaurado que cobija la imagen vestidera de Nuestra Señora de la Soledad, y el Santo Sepulcro, a los pies de ésta ubicado sobre el amplio altar. El retablo posee un mecanismo giratorio en la hornacina que permite ver una Piedad en los momentos del año en los que permanece la imagen de la Soledad fuera de la ermita.
A esta ermita, por su ubicación en las eras de su mismo nombre, se acude frecuentemente en paseos, y su culto es continuado. Antiguamente se celebraba en ella la primera de las letanías menores (lunes anterior a la Ascensión), y hasta ella se sube el domingo de ramos para bajar las imágenes de la Soledad y del Santo Sepulcro, el Viernes Santo, para dejar allí el Sepulcro, y el Domingo de Resurrección en la procesión del Niño de la Bola, para dejar la Soledad.