Ubicada a 5 km. de Alustante en la carretera y antiguo camino de Tordesilos, se encuentra la ermita de San Roque. Sobre sus orígenes remotos existe una tradición que puede contener algo de verdad. En el paraje donde hoy se encuentra la ermita existió en tiempos un pueblo pero, como el pozo aún existente no tenía agua suficiente para abastecer a su población se decidió el traslado a lo que hoy es Alustante. Así, según esta tradición, San Roque sería el núcleo originario del pueblo actual.
Existen otras narraciones similares en la comarca del Señorío de Molina que hablan de traslados de población de un sitio a otro, como el caso de los Villares en Castellar de la Muela o Torralbilla en Hinojosa. Parece ser, no obstante, que estos movimientos de población no fueron necesariamente el origen de pueblos nuevos, sino simples migraciones de radio corto de aldeas en vías de despoblación a poblaciones mayores preexistentes en momentos de inseguridad bélica y epidemias; en general, se trató de agrupaciones de población fechadas en los siglos XIII, XIV y XV.
Para el caso concreto de San Roque, hay que tener en cuenta que hasta el siglo XIX un área cercana a la ermita se denomina “Villar Viejo” en los catastros de rústica, y que no hay que confundir con el “Villar Viejo” del término de Motos, posiblemente un topónimo de origen similar en ambos casos. Es una constante que los pueblos que recibieron la población de un núcleo despoblado mantengan romerías a las antiguas iglesias de las aldeas abandonadas. Estas iglesias se convierten ermitas, pero siguen conservando un culto en mayor o menor medida.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, pese a que con toda probabilidad, por su ubicación, por su morfología y hasta por la propia leyenda que envuelve su pasado, fue la iglesia de una pequeña aldea, sus orígenes conocidos parecen más recientes.
Aproximadamente desde 1580 los reinos y señoríos peninsulares se encuentran afectados por graves epidemias de peste. Una de ellas, la que va de 1598 a 1602 debió de ser espacialmente virulenta en la Tierra de Molina. Si San Sebastián había sido el santo protector contra la peste en la Edad Media, ahora es a San Roque a quien se dirigen las plegarias de los pueblos afectados por la enfermedad.
En Alustante, se encuentra una especial devoción a este santo al parecer promovida por el polifacético cura Felipe Tercero y León, natural de Cubillejo de la Sierra, de quien partió la iniciativa de construir (o reconstruir) la ermita del Villar Viejo, ahora bajo la advocación de San Roque y cuyo mantenedor sería en adelante el concejo de Alustante. “De peste el orbe llagado/ esta ermita edificamos/ i buestra fiesta botamos/ Roqe sed nuestro abogado”. Así reza la lápida conmemorativa existente en el interior de ermita y que se fecha el 13 de abril de 1601. De este modo, desde este año al menos, Alustante eligió a este santo como copatrono y defensor del lugar e hizo voto de celebrar una romería a la ermita cada 16 de agosto.
No obstante, a San Roque también se comenzó a acudir también el segundo de los días de las letanías menores (martes anterior a la Ascensión). Ésta última, se convertiría en una fiesta importantísima para el pueblo. En ella se celebraban carreras de caballos, se empezaba el frito (la conserva de la matanza de invierno), se bailaba el baile típico del pollo al son de la gaita en la era aledaña a la ermita, y era el inicio de múltiples noviazgos.
La ermita, en planta, posee una larga nave, ábside poligonal y coro alto a los pies. La portada se abre al mediodía por medio de un sendillo arco apuntado, ligeramente desplazado hacia poniente. Dos estrechas troneras al medio día y una más en la parte baja del coro eran su única fuente de iluminación del interior. En el siglo XIX, debido al aumento de población, se construyen dos capillas laterales, una a cada lado de la cabecera, con lo que la planta adquiere una forma de cruz latina. La techumbre es de madera y está construida con una simple disposición de par e hilera sobre tirantes en la nave; las capillas poseían techumbre a tres aguas.
El retablo de la ermita estaba construido en un sobrio estilo clásico y se disponía en dos cuerpos y tres calles, estando ocupada la parte del banco por unas pinturas populares relativas a la pasión de Cristo, en las tablas laterales, y en el centro por el texto recitado en la consagración, a modo de sacras. Una hornacina que contenía la imagen procesional de San Roque (hoy en la iglesia parroquial) ocupa el centro del retablo. Las tablas de este retablo fueron robadas en los años 1970.
En la actualidad la ermita se encuentra en un estado de considerable abandono. No obstante, en los últimos años diversas iniciativas, cada una en la medida de sus posibilidades, están tratando de salvar de la ruina un edificio en el que se contiene una buena porción del pasado de Alustante.