Si no hemos contado mal, han sido 33 años los que Carmelo Sanz ha ocupado el cargo de alguacil, un larguísimo periodo que ha sido conmemorado este fin de semana con una comida de despedida por parte del Ayuntamiento en reconocimiento a su trayectoria profesional.
Efectivamente, el mes pasado cumplió los 65 años, dejando vacante la plaza de alguacil y con ella multitud de vivencias y anécdotas del día a día de la vida municipal.
Para quien no lo sepa, en los pueblos hablar de alguacil suele ser hablar de una persona que hace de todo, desde llevar correspondencia a correos hasta arreglar fugas de agua. Lo que se dice ser un todo terreno. Así que Carmelo tiene mucho que contar.
Por ejemplo, él fue el último alguacil que tocó la trompetilla para los pregones, y por ello, el primero que utilizó al megafonía municipal. También fue uno de lo primero alguaciles motorizados, encargado durante muchos años, incluso, de la recogida de basura.
Desatascos de tuberías, poda de árboles, arreglo de jardines, lectura de contadores, por no hablar del enorme número de fotocopias que unos y otros le habremos encargado durante tantos años. Sin embargo, quien esto escribe, se queda con la imagen de Carmelo poniendo en hora el viejo reloj del Ayuntamiento en aquellas Nocheviejas; el cual fue capaz de desmontar, limpiar y volver a montar pieza por pieza cuando se decidió dejarlo como elemento de exposición.
Sea como sea, deseamos a Carmelo una muy larga jubilación, ahora ya libre para seguir practicando una de sus mayores aficiones: viajar por todo el mundo.